Y sigo con París. Me acordé de ti, Almudena, al visitar algunas librerías. No puedo ir a ningún sitio sin hacerlo. El año pasado en Atenas no entendía ni los títulos de los libros pero es una visita obligada para mi.
Estuve en el Panteón y además del péndulo de Foucault – real motivo de entrar allí- ya puestos quería visitar las tumbas de todos los hombres de renombre. pero como a mi estas cosas me dicen más bien poco y el Panteón lo encuentro más bien feo por dentro -ya sé que no debo decir esto- me saqué una foto delante de la de Dumas que es mi favorito de los favoritos y salí corriendo al puesto de libros.
Busqué la Reina Margot en francés y no pude encontrarla. Con la ilusión que me habría hecho…¿Cómo pueden no tenerla? Estos franceses…
A propósito del Panteón y de libros, me permito recomendar una pequeña joya que acabo de leer: «Los huesos de Descartes», de Russell Shorto. Me lo metió mi librero en la bolsa sin preguntar. Acertó, como casi siempre.
Tiene que ver con el Panteón, pero no voy a explicar por qué. Shorto consigue que un texto sobre historia y filosofía parezca una novela de suspense, así que estaría feo desvelar nada.
Pues sí que viene al hilo! Me lo compro en cuanto baje de la aldea al pueblo :-)).
Sigue recomendando, bonita, que estoy que me lo leo todo todo.
Besos