1. Miguel Delibes. Señora de rojo sobre fondo gris . Ediciones Destino. Primera edición: 1991.
Su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir
2. Rafael Sánchez Mazas. Rosa Krüger. Ediciones Encuetro.Reedición en 2005.
Rosa Krüger…Empecé a pensar vagamente. No la veré nunca más. Me hubiera casado con ella y nada más con ella…Cada uno tiene su agua clara, su agua de vida…La vida no es una historia, no es una fábula. Sálvame Rosa Krüger.
3. Truman Capote. El arpa de hierba. Anagrama.
…antes, un espíritu, alguien que no se puede conocer sólo con los ojos. Los espíritus aceptan la vida, dan por sentadas sus diferencias y, en consecuencia, siempre tienen problemas….¡Cuánta energía desperdiciamos escondiéndonos unos de otros, temerosos de que se nos conozca, de que nos identifiquen! Pero nosotros hemos sido identificados: cinco locos subidos a un árbol.
4. Dorothy Parker. Obras completas. Lumen.
Qué poco saben, esos idiotas cegatos, que estoy llena de ternura y afecto, que ardo en deseos de dar, dar y dar…Parezco tonta aquí sentada con las manos en la rodilla. Sí, y además seré la única en tocarla. ¿Qué te parece, cariño?.
De La Liga
5.Kazuo Ishiguro . Los restos del día. Anagrama.
Y al menos el tuvo el privilegio de decir al final de su vida que se había equivocado. Fue un hombre valiente. Durante su vida siguió un camino, que resultó no ser el correcto, pero lo eligió. Y al menos eso pudo decirlo. Yo no puedo. Yo sólo confié. Confié en su instinto. Durante todos aquellos años en que le serví, tuve la certeza de estar haciendo algo de provecho. Pero ahora ni siquiera puedo decir que me equivoqué. Dígame, ¿cree usted que a eso puede llamársele dignidad?.
6. Daniele del Giudice, Despegando la sombra del suelo. Anagrama.
También en la vida hay momentos de emergencia en los que el instinto fuerza a soluciones inmediatas y resolutivas, momentos de pérdida en los que aún intentamos subir y mantenernos derechos en nuestro nivel y sin embargo la única vía de escape sería dejar que nos deslizásemos, momentos en los que miramos con fijeza las cosas frente a frente y apuntamos recto a su corazón, mientras que la única trayectoria razonable sería la excéntrica que lleva hacia los márgenes, seguirla con delicadeza a lo largo del borde sin salirnos fuera…