La verdad es que acabé con mis reservas de «libros apetecibles» a los diez días y decidí que era buen momento para empezar a salir. Al menos hasta la librería.
De la lista de libros, encontré dos. Y me los leí.
Empecé por Retorno a Brideshead de Evelyn Waugh (Tusquets). Me dicen que hay una serie muy buena con el mismo título. La verdad es que, si he llegado a conocerla, no la recuerdo.
Es ameno, fácil de leer, otra hermosa historia de amor de la primera mitad de siglo. Ambientada en la decadencia de las grandes familias inglesas y extremadamente delicada y detallista.
Una joyita. Tendré que releer alguno de sus hermosos diálogos.
En general consiguió el objetivo: sumergirme de lleno en el relato, relajadamente, sin más ansia que seguir leyendo. No está mal,¿eh?.
El segundo libro que encontré fue El profeta de Gibrán Jalil Gibrán (Edaf). Había leido mucho sobre este escritor y poeta libanés. Sobre todo, siempre sale en estos típicos sitios de frases y proverbios. El profeta es una especie de resumen de su pensamiento filosófico (opinones) sobre los temas fundamentales que preocupan al ser humano: amor, matrimonio, hijos, dádivas, trabajo, alegría y tristeza….
Podría escoger cientos de párrafos sugerentes en este pequeño libro. Tengo que reconocer que, quizá por el momento en que lo leí, me sentí bastante distante de su prosa- poética.
He escogido un trocito de «Del la razón y de la pasión», quizá porque su tratamiento del tema es fresco:
Porque si la razón gobierna sola es una fuerza que limita; y la pasión desgobernada es una llama que arde hasta su propia destrucción.
…Quisiera que considerarais vuestro juicio y vuestro apetito como dos huéspedes queridos.
…Dios descansa en la razón.
…Dios obra en la pasión.
Guardo una especie de post- convalecencia (la cuarta parte) para mañana.