Nimi murió anteayer. Tenía 16 años y una sonrisa que llenaba el mundo.
Cuando conocí a Pablo, hoy presidente de Dididai, mi hija tenía nueve años y yo ganas de adoptar a un niño. Cuando me contó que pensaba ir durante un mes a Katmandú, a trabajar en el orfanato de Bal Mandir con José Luis, Aurora y su grupo, me pareció admirable y le pedí que, si podía, me mantuviese informada de las posibilidades de adopción.
Pablo comenzó a enviarme fotos de los niños. Bebés preciosos, niñas mayores y, también, de las niñas y niños con discapacidad. Las condiciones de vida que describía -es profesor de niños con diversidad funcional- ponían los pelos de punta. Las fotos cada vez eran más duras y nos íbamos implicando cada vez más.
En noviembre, a su vuelta, hablamos de que tendríamos que hacer algo. No pareciamos perder empuje y ganas con el paso del tiempo, así que en Navidades, junto con un puñado de nuestros amigos más cercanos decidimos fundar Dididai. En febrero fui a Madrid a inscribirla como asociación y comenzamos a captar socios.
En algún momento de ese trayecto renuncié a adoptar a un niño y decidí dedicar tiempo y cariño a ayudar a Nimi, Lata, Roji, Usha, Upassana, Madhu, Ram, Sujata, Asha, Nirmala,…Empezaron a formar parte de mi vida diaria.
En abril del año siguiente decidí ir a conocerlos. Mi visita ya la he contado.
Ahí, cada uno de ellos, que ya tenía un lugar en mi corazón, se quedó dentro para siempre ¿Suena ñoño? Pues es así.
Viajamos con ropa y vitaminas para dejarles. Volvimos con la maleta casi vacía.
A Nimi, un año mayor que mi hija, le quedaba floja la camiseta de mariposas (mi favorita). Estaba tan guapa y parecía tan contenta…Esa será para siempre ya mi imagen de Nimi.
Nimi, quiero darte las gracias. Me has enseñado la alegría genuina, la paciencia, la superación. Me has ayudado a madurar y a ver la vida con una mente más abierta. Gracias por tu sonrisa. Todos te echaremos de menos pero tus amigas no sé cómo podrán soportar tu ausencia.
Te prometo que intentaremos seguir ahí, ayudando, tratando de dar cariño y dignidad a los que no han tenido nuestra suerte y carecen de lo esencial.
Descansa en paz, mi niña.