Como ya sabéis, no soy nada de «días de», así que no estaba muy segura de escribir de esto.
Mi primera celebración del Día del Libro fue hace años, cuando vivía en Barcelona. El San Jordi es una tradición muy arraigada allí. Allí a las chicas se les regalaba una flor, en mi caso una rosa muy bonita. Me la dejaron mis compañeros de clase encima de la mesa. Un poco machista -el libro era para ellos- pero he de reconocer que libros me compro a montones y flores me regalo menos. Además, siempre que algo se hace con mimo, bien está.
Por mi parte, no os puedo enviar flores, así que os dejaré un trocito de un poema de Luis Rosales:
Verte, ¡qué visión tan clara!
vivir es seguirte viendo,
como sólo ve la luz
el ciego de nacimiento.Caminas junto a mi lado,
y un viento alegre y marcero
para cegarme de ti
me envuelve, me está envolviendo.La tierra siente tus pasos
tal vez como yo los siento,
la tierra que tú pisares
quiero que cubra mi cuerpo.¡Verte, Abril, verte tan solo,
y el trigal limpio y moreno
tendrá su candelería
encendida bajo el cielo!
PD.- Lo de Rosales es casualidad…o el subconsciente, quién sabe.