Anoche reí más que en el último año completo. Algo pasó entre nosotros que acabamos haciendo chistes de todo y riendo como niños.
Es verdad que en los últimos meses he recuperado esa risa fácil, que sale de dentro, que nada tiene que ver con la sonrisa irónica o con la risa forzada de cortesía. Es una risa de puro y blanco sentido del humor, la misma que me hace partirme cuando tengo que entrar en casa por tercera vez en dos minutos (siempre se me olvida algo) o cuando veo que de mi bolso sobresalen cables, auriculares, libros y fulares cuál chistera de mago, sin ton ni son. Me río mucho de mi misma, de mis despistes, de mis torpezas y de mi aparente seriedad.
Pero mentiría si dijera que la risa era cosa mía. No, sin duda, todos teníamos ganas de reír y de hacer reír. Todos sentíamos esa liberación de estar a gusto, casi en familia, y de poder soltar nuestras penas, dejarlas atrás y disfrutar del momento, sin más.
La risa nos hace invencibles.