Ultimamente el mundo va sobrado de «sentido común» y falto de emoción real. Ayer me contaba un amigo un proyecto, más bien un sueño- milagro para cambiar el mundo. Al principio, me costó trabajo hasta imaginar la idea, de lo acostumbrada que estoy a pensar con sentido común en cosas prácticas. En cuanto me transmitió la ilusión de su difícil planteamiento, vi con claridad su sueño y me sentí en un plano de «inteligencia» diferente, mucho más alto y claro. Ese es el poder de las ideas, arrastran. Nunca el sentido común conseguirá algo así. Como decía Einstein:
El sentido común no es más que un depósito de prejuicios establecidos en la mente antes de cumplir dieciocho años.