Empezaré con una plegaria: Ojalá que los principes de Japón no tengan un hijo varón. Si lo tuviesen, estoy segura de que no se estarían planteando que una mujer pudiese ser emperadora de ese país.
A ver, no quiero cuestionar la monarquía, aunque esto daría mucho para comentar, pero sí el que en un país «civilizado» se debatan todavía cosas como esas.
No, no se escandalice nadie, ni diga que se trata de otra cultura. En España, sin ir más lejos, un hombre es el primero en línea sucesoria. Pero, me dirán, es una monarquía, institución caduca al fin y al cabo (para algunos).
Pues no, cojan casi cualquier empresa de este país y pregúntense porqué casi todos los directivos son hombres, porqué lo son los representantes de los Consejos de Administración (verdadero poder, el económico). No estamos tan lejos, no hemos avanzado tanto, aún se critica con más saña a una ministra si es una mujer.
Y conste que no seré yo quien defienda las cuotas.