En tiempo de descuento han firmado las Cajas Gallegas su voluntad de negociar. Agotaron el primer tiempo, el segundo y casi hasta la prórroga que les dió el Banco de España, mientras los árbitros no se ponían de cuerdo en si pitar penalty o fuera de juego.
En este espectáculo que seguimos atentamente desde tribuna, está claro que tienen más peso los protagonismos personales de los capitanes de ambos equipos que la calidad del juego. Después de tanto pelearse en el campo, parece difícil que todos sean capaces de jugar en la misma selección y, además, obviamente, sobran la mitad, o casi. Así que ahora imagino que nos toca ver los descartes, las reubicaciones, etc. A casi nadie, salvo a ellos mismos, interesa quiénes sino que el equipo resultante gane la liga pero, desgraciadamente, todos tenemos pocas expectativas de que el sentido (bien) común triunfe.
No deja de ser curioso que el equipo que ha ganado casi todo hasta ahora -Caixa Galicia- acepte una fusión paritaria y que el que teóricamente partía como peor posicionado en la fusión -Caixanova- esté luchando por llevarse la sede a Vigo. ¿Tan mal están las cosas en el líder de la clasificación?
Pues nada, del juego no sabemos nada (rentabilidad, empleo, red comercial, fondos propios…) pero ya nos sabemos bien los años que quedan en activo a los capitanes, el dominio que tienen de sus equipos y la capacidad para influir en la federación y en los medios de opinión.
Esperemos que los fichajes (decisiones) nos salgan a los gallegos más baratos que en el fútbol de primera división y recemos para que el resultado nos permita jugar, si no la Champions, al menos la UEFA.