Aunque desde hace unos años raramente me toca examinarme en junio, estoy de exámenes en casa.
Nos organizamos para dejar ratos de ocio y de estudio, hace esquemas, le tomo la lección, repite paseando en voz alta, baja campo abajo declamando y compramos rotuladores de colores para que los apuntes queden muy bonitos.
El estrés del fin de curso, el cansancio, las ganas del buen tiempo en pantalones cortos y playa al al solete, están ahí debajo.
Apenas puede uno esperar.
Y eso que este año está muy mal el tiempo, porque mi recuerdo más torturante es pasar calor a las cuatro de la tarde en junio con la ventana abierta por la que entraba un aire tórrido mientras algún profesor explicaba, por ejemplo, filosofía. El sopor -me encanta la filosofía- inducido por el calor y la hora era casi irresistible.
Fin de curso….