Hay días que son más complicados que los demás. Días en los que no te entiendes con otros, en los que metes la pata, dices o te dicen algo que no te gusta….y se te nubla el alma. Son días un poco grises (o marrones, como dice Luz Casal en su canción) y todos sabemos que pasarán, como las nubes, pero…. Para esos días hay remedios. Cada uno tiene los suyos que sabe que le funcionan.
Uno de los míos es leer. Leer poesía, un libro para «beber» (esos de los que no levantas la vista) o un libro que cure. Los libros de cualquiera de esos tipos están en una estantería aparte y tengo trozos escritos por cuadernos o en hojas que marcan otros.
Ahora me acuerdo de un clásico muy «discutido», «El arte de amar» de Erich Fromm. En este libro encontré ideas dignas de guardar para reflexionar sobre ellas. Por ejemplo, dice algo así como
…la práctica de cualquier arte tiene ciertos requisitos generales independientes por completo de qué arte en cuestión sea…
Menciona tres requisitos: la (auto)disciplina (no hay duda de que no es un valor en alza), la concentración (que según el mismo dice se manifiesta claramente en la dificultad para estar con nosotros mismos) y la paciencia.
Parecen cosas pasadas de moda, obviedades. A casi todo el mundo le entra la tentación de aburrirse y seguir leyendo algo más interesante. Pero para distraerme del mal día me puse a reflexionar.
A cada uno le cuesta más cumplir un requisito. Mi mayor problema es eso de la concentración (y no es que vaya muy bien en los otros dos). Para los seres autoestresados permanentes de mi especie, es más sencillo hacer tres cosas a la vez mal que una bien. Conduzco oyendo música, enviando sms o haciendo la lista de la compra. Y no es por falta de tiempo, es una especie de necesidad compulsiva de vivir más deprisa, como si la acumulación de actividades me diese más «vidilla». Cuando me doy cuenta, freno e intento pensar en lo que hago o en con quien estoy. Y…tachán, disfruto.
A lo mejor este Erich Fromm tenía algo de razón.
Para terminar, dice:
Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no sólo excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la naturaleza misma del hombre»
Buenas noches.