Marruecos dice que fue en defensa propia, que los que se lanzaron contra la valla tenían la energía de la desesperación. El gobierno español, muy digno, intenta llegar a un acuerdo de repatriación.
Y mientras, por qué no nos preguntamos todos qué clase de mundo estamos construyendo cuando la gente se tira contra una valla llena de alambres a riesgo de servir de plataforma humana para los que vienen detrás. Por qué no hacemos algo para que esa gente, tan humanos como nosotros, no tengan que sentir esa desesperación y abandonar casas, familias, en fin, muchas veces dejando su propia vida.
¿Por qué su vida tiene menos valor que la nuestra?
Siempre pienso que tengo suerte de haber nacido en un país del primer mundo, con «cultura cristiana» (soy una mujer) y en este siglo. Algo debemos devolver los «privilegiados» al resto del mundo. No repatriar, ni matar en nombre de nuestra seguridad. Démosles esperanza en su riquísima tierra.
Mirad qué bonito escribe sobre este tema Paco Sáchez ayer en su columna de «La Voz de Galicia» La dirección es : http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/noticia_opinion.jsp?CAT=130&TEXTO=4141921&txtDia=9&txtMes=10&txtAnho=2005
Sí, muy bueno. Y, cómo él, yo tampoco sé hacer otra cosa que ver que está mal, pero sin tener soluciones fáciles ni mucho menos rápidas.
¿Política de puertas abiertas?
Debo decir, además, que en este caso concreto una cosa es que un inmigrante ilegal se «cuele» incruentamente en un país y otra cosa muy distinta es que se haga con violencia y contra las fuerzas del orden en la mismísima frontera. Esto es insólito y ningún país tolera semejante agresión.
España es bastante tolerante con la inmigración, muchísimo más que la inmensa mayor parte de los paises del llamado primer mundo. Y sus ciudadanos son en general comprensivos con las situaciones de estas personas. Pero una cosa es que se cuelen y otra que invadan agrediendo a policias y fuerzas de seguridad y encima les riamos las gracias.