A pesar de lo denostados que están los políticos -en mucho casos con razón-, siempre me ha parecido admirable ejercer de demócrata en el País Vasco. La situación no parece precisamente fácil para ellos.
También me ha parecido admirable que, sean del partido que sean, en medio de tanta presión algunos hayan sabido mantener la tranquilidad y las buenas maneras. Este es el caso, pienso, de María San Gil.
Varias veces he pensado, quizá por la proximidad de edad y situación familiar, si yo sería capaz de vivir como ella. Sinceramente creo que no tengo esa capacidad de entrega o de lucha.
Ahora María San Gil tiene un cáncer de mama y deja temporalmente la política para curarse. De todo corazón le deseo una pronta y fácil recuperación, es muy importante que personas como ella sigan adelante poniendo paz, diálogo y sosiego a su alrededor.
Mucha suerte.