Escuchó su voz y fue a preguntar quién cantaba. Le pareció bellísima. Pensó que a mi me gustaría.
Marisa Monte me gusta desde que la escuché en tu coche, seguramente cuando nos íbamos Caión a comer en los días lluviosos del invierno. Más bien a pasear, que comer no comíamos nada. Muertos de frío siempre. Al regreso, para que yo dejase de tiritar, ponías la calefacción y música brasileña, Marisa Monte también. Así que cada vez que la escucho pienso en ti, conduciendo muy serio, de regreso.