Ayer volví a darme cuenta por tercera vez en las últimas semanas: mi risa vuelve a brotar espontánea, libre.
Me observo reír con ganas como si fuera un niño pequeño que comienza a hablar y repite maravillado sus primeros sonidos una y otra vez comprobando que es el, que puede hacerlo.
Mi risa aún no es fácil como antes, aún necesita de la de mi hija, de la de mi amiga Carmen, pero poco a poco se va volviendo a asentar como un nuevo hábito.
No, no voy a analizar el porqué, en el fondo lo sé y además qué importa. Me siento yo misma otra vez en esa risa recién estrenada.
Bienvenida sea! Tu risa siempre fue preciosa 🙂
Gracias, cariño.