Ayer, el oleaje acabo mareandome un poco y no se que le he hecho a mis manos cuando no las sentía de frío. Pensareis que menudo calvario, pero no, soy feliz en medio del mar.
Esta mañana baje a la playa a caminar- correr. Hacia frío y el sudor acabo de helarme. Media docena de surferos cogían olas. Que envidia!
Y no, no fue otro calvario. Llegue a la playa cansada, apenas sin dormir, y regrese revitalizada.
Lo cierto es que el mar, sobre un barco o en la arena, tiene algo que da alegría, serena, suelta los miedos y te hace sentir libre.