Érase una vez un país donde la política la ejercían los mejores, donde los políticos escuchaban a todos los ciudadanos, donde las propuestas eran claras y francas, donde no se intentaba contentar a todos sino defender la coherencia y las ideas.
En ese país, los ciudadanos votaban con coherencia e informados. Los políticos que sabían de esta coherencia, se lo pensaban mucho antes de defraudarles.
Los grupos políticos estudiaban atentamente sus programas, trabajaban duramente las propuestas, pensaban en profundidad el efecto de las medidas sobre los ciudadanos. Por supuesto, a nadie se le ocurría salirse del marco de los derechos humanos, ni robar, si usar métodos caciquiles.
Ese país estaba rodeado de mar, era el país del agua, del verde y del azul, de los olores ricos y profundos. Un país mágico donde vivir era más fácil para todos, donde la miseria había dejado de existir, donde las diferencias se integraban como una riqueza.
Ese es mi país y estoy segura de que mi sueño se hará realidad. Algún día…
Amén…
Amén