Prostitución

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Febrero se me ha pasado tan rápido que mis 12 meses 12 causas se acumulan en marzo. En fin.

Estos días, a raíz de uno de esos proyectos de páginas web de «contactos» ha saltado en nuestras conversaciones el tema de la prostitución. Hemos debatido con pasión y, en algún caso, con inteligencia y datos pero…no creo que hayamos llegado a ninguna conclusión.

Por una parte, en mi esfera personal, la prostitución me parece algo «no-deseable» y aunque es profesión común y antigua me cuesta considerarla «normal». Pero no soy tan cínica como para no pensar también que si siempre la hubiera conocido como una profesión regulada, con sus normas y lugares para ejercerla, como otra actividad cualquiera, quizá la cosa no me parecería tan terrible (y sería bastante mejor para las prostitutas). De hecho pienso que mucha gente hace cosas peores por dinero o por poder.

Siempre y cuando sea elegida como profesión y no forzada. Y ahí está la cuestión, es difícil separar hoy en día la trata de blancas de la prostitución más sórdida y es absolutamente impermisible que bajo nuestras miradas y las de los agentes públicos queden impunes aquellos que obligan a personas -a veces niñas- secuestradas de sus países a prostituirse en contra de su voluntad. Que alguien los perdone, yo no sé si podría.

Y por eso acabo pensando que si lo de la prostitución no forzada estuviese claro, quizá se podría acabar con más facilidad con esa parte terrible.

Hay una segunda cosa que me parece fatal, aunque no sea tan grave como la primera: las «monjas falsas», es decir, aquellos que armados de puritanismo hablan en contra de las prostitutas pero después se van a «celebrar» sus éxitos a un prostíbulo, aquellos a los que se les llena la boca de ética y comercian con las miserias de otros.

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4 comentarios en «Prostitución»

  1. Amalia, sobre los falsos puritanos, decir que muy habitual entre políticos y empresarios es cerrar tratos en prostíbulos. En este caso eso no tiene nada que ver con que uno esté a favor o en contra de esta profesión – una de las pocas que es necesaria, como la de médico o la de sacerdote.
    Es como el chocolate: sabes que es malo para la salud y defiendes a capa y espada el tratar de tomar poco; pero eso no quiere decir que no estés dispuesta a probarlo siempre que puedas.
    No conozco ni un caso de defensor abierto de la prostitución; y sin embargo las cifras hablan de que más del 50% de los hombres ha pagado alguna vez y un porcentaje muy elevado lo hace habitualmente. A mi el 50%, en una estadística sobre lo que sea, me hace pensar siempre en que es algo que hizo mi padre o hará mi hijo.

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  2. Fascinante como desde un punto de vista neoliberal (económico) se puede justificar, por ejemplo, la prostitución infantil:

    http://www.jorgevalin.com/artic/heroes_libertad.htm

    Probablemente la prostituta infantil no quiera serlo, pero a nadie le gusta trabajar. Nosotros trabajamos para vivir mejor y satisfacer a la comunidad lucrándonos por ello. La prostituta menor de edad, suele trabajar, no para vivir mejor, sino para sobrevivir en la mayoría de casos. Al prohibirle su libre elección a trabajar y obligarla a estudiar, le estamos negando una fuente de financiación fundamental para ella y su familia. La prostituta infantil suele estar en países pobres donde apenas tiene alternativas. Su trabajo le permite sobrevivir, y no vivir mejor.

    En este documento, que es digno de enmarcar, se justifican muchas más cosas interesantes, que los pobres ignorante, como yo, no alcanzamos a comprender…

    Tremendos, los «héroes de la libertad«.

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  3. Y, por cierto, la mejor respuesta, la más clarificadora y con la que más me identifico, con respecto a esto, fue la que pongo a continuación. Fue escrita en un foro (que no recuerdo) donde se abrió un intenso debate sobre el enlace neoliberal que mencioné en el comentario anterior. Alguien se preguntaba ¿cómo podía alguien escribir semejante cúmulo de barbaridades «en nombre de la libertad»?

    La respuesta fue esta:

    Vamos a ver, los liberales (y me estoy refiriendo a los que hoy en día se autodenominan liberales) son fascistas posmodernos. Me explico.

    Existen dos lógicas. Una lógica es la de la fuerza y otra la del derecho. Cuando leemos a Valín apologizar con frialdad de cirujano atrocidades tales como la prostitución infantil no estamos viendo algo novedoso, al contrario. Desde siempre el privilegiado, el poderoso (o el aspirante), ha legitimado su posición de dominio sobre los más débiles. Lo más fácil y lo que históricamente ha sucedido es que el poder decía que eso era lo natural, lo que estaba mandado por la Sra. Naturaleza o el Sr. Dios de turno. Esta es una estructura ancestral, que regía antes de que bajáramos del árbol y sigue rigiendo en la actualidad.

    Pero desde que empezó la humanización del homo sapiens, los más inteligentes de nuestros congéneres empezaron a desarrollar una lógica paralela muy precaria que tenía por fin un concepto muy abstracto: la justicia. La sustancia que ha rellenado ese concepto es la lucha por la dignidad que ha acontecido durante toda la historia de la humanidad, así que sobra explicar aquí lo sobresaliente de su complejidad.

    La cuestión es que los defensores de la ley de la selva, que tomaron durante el siglo XX la denominación de fascistas, ahora ya no pueden seguir manteniendo los principios de esa ideología debido a la sangría que provocaron durante el siglo pasado y que causó su caída en desgracia. Bueno, aún existen unos pocos fascistas clásicos residuales que no se han enterado de la muerte de su ideología. Son dementes violentos pero intelectualmente inofensivos.

    Sin embargo los fascistas más inteligentes sabían que para sobrevivir debían de adoptar una nueva retórica acorde con los tiempos, y tomaron la poderosa retórica de la libertad que es el concepto central de la posmodernidad. Pero ahí está la trampa. No podían tomar el concepto verdaderamente importante, que es el de liberación, que fue el que desarrolló el liberalismo clásico que se enfrentó al dogmatismo religioso. Lo que necesita la niña prostituida es liberarse de su miseria, de la obligación de vender su cuerpo para sobrevivir, de la esclavitud de esa indignidad que le impide educarse, ganarse una autonomía intelectual y económica que le permita ampliar sus posibilidades vitales y elegir las más dignas. Pero los liberales modernos no defienden la liberación del débil de sus cadenas, sino la libertad posmoderna, que es una libertad fundada en la espontaneidad desvinculada, el egoísmo, el individualismo, etc. Es una libertad que no libera, sino que esclaviza. Una libertad que sólo amplia las posibilidades del privilegiado para seguir siéndolo mientras mantiene al débil bajo su arbitrio y además engañándole al decirle que tiene libertad, v.g., para vender si quiere sus órganos o no al mejor postor.

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  4. Marcos, no creo que este Jorge Valín sea un exponente del liberalismo económico, creo que puedo recomendarte a gente más seria con la que puedes estar o no de acuerdo pero que te harían reflexionar.

    Personalmente, al margen de los totalitarismos que siempre son malos, creo que no hay ideologías buenas o malas sino histórica y geográficamente adecuadas.

    Ahora mismo y en este país, yo soy socialista no científica e inconformista. Pero puede que en un mundo mejor repartido que quizá yo no veré pero que espero que llegué, el liberalismo económico puede ser bueno.

    Los tipos como el que citas nunca lo serán.

    Marmolillo, entonces, si terminar con la prostitución parece tan difícil, ¿qué se puede hacer? Porque la situación actual no debemos permitirla, ni liberales ni socialistas :-).

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