Rafting

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Ayer me contaba un amigo los planes de un viaje por Namibia que inicia mañana. La verdad, y no miento, es que se me caían los dientes de envidia imaginando esas dunas cortadas y altísimas, los ojos de las focas en la noche, los animales salvajes alrededor de la tienda de campaña….

Me preguntaba dónde he dejado yo mi espíritu aventurero -aunque el año pasado quizá el temporal en el Canal de la Mancha fue una de las tres historias más peligrosas en que me he metido- y me sentí viejísima y conservadora.

De ahí me puse a pensar en tiempos pasados, más o menos lejanos, y de los animales salvajes me fui a Costa Rica y de allí al rafting.

No he pasado jamás por una descarga de adrenalina tan brutal en tan poco tiempo y eso que venía de una época de estrés de esos que hacen época. O quizá por eso mismo. Aterrizamos en Costa Rica, dormimos y no sé bien cómo aparecí en bikini y chanclas en un río.

El monitor, poco más que un niño, nos dió chalecos, un remo, cuatro instrucciones y hala…a correr.

Y lo de correr era tal cual. Al poquito de subir a la lancha, sólo remábamos tres de los que íbamos, intentando girar alrededor de los rápidos que nos subían y bajaban a toda velocidad. Uno piensa en un poquito de corriente, pero no, aquel río no era para turistas, llevaba mucha agua y bajaba rapidísimo.

El descenso no duró mucho, la verdad que no sabría decir si fue una hora o diez minutos que duraron eso, lo que sé es que cuando llegamos a un remanso me tiré al río para relajar la espalda y me daba igual si estaba marrón o si había bichos, estaba exhausta y nunca jamás he vuelto a pasar por una así, tan bestia. Creo que se me pasó el estrés de golpe. Desde entonces entiendo cómo es el mecanismo por el que enganchan estos deportes y aventuras.

¡Qué envidia!

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3 comentarios en «Rafting»

  1. Siempre me he sentido vieja y conservadora respecto a esas diversiones. No comprendo muy bien la necesidad de riesgo fuera de la realidad, quiero decir, fuera de la vida… bueno, soy un poco gafe y aguafiestas. Debe ser divertido, no digo que no, pero es que la vida es tan dura… no sé. Mala racha. Claro. Tiene que ser genial. Seguro.

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  2. Me encanta ver a la gente practicar rafting. A mí me van más los deportes de salón: Ajedrez, billar, dardos…

    Uno ya no está para esas historias… ¡Juventud, divino tesoro! Te vas para no volver…

    Besos, muchos besos

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  3. Pau, no eres ni gafe ni aguafiestas, sencillamente no te va. Tienes razón en que la vida ya es bastante dura pero es que tiene justo el efecto contrario, es como cuando vas a ver una peli de terror y sales reconfortado porque a ti NO te va a pasar (me gusta la novela gótica y el terror clásico).
    Leiter, pues debe de ser la edad, sí, lo que me pasa. No me importa, he ganado muchas cosas haciéndome mayor y ésta, si la he perdido, nunca fue tan importante.
    Besos

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