Mi querida amiga Carmen dirige desde hace ya un par de años la Taberna de Caaveiro, una delicia para parar a tomar un café con una tarta de chocolate y naranja o para comer un superbocata o una ensalada.
La Taberna, ubicada justo a la entrada del recinto del Monasterio es amplia, tranquila y sin cobertura de móvil. Me encanta ver la lluvia caer entre los árboles verdísimos que se asoman a los altos ventanales. En invierno, la paz del lugar emociona. En verano -mucho más concurrido- nada como una cervecita al solete o dormirse una media siesta en las hamacas de la entrada.
La taberna es como mi amiga: creativa, sorprendente y ecléctica.
Os recomiendo subir un ratito andando por la fraga, visitar el monasterio (hay visitas guiadas a diario en verano), dar una vueltecilla hasta el río Sesín, afluente del Eume. Sentir este paisaje es como respirar la esencia de Galicia. Si os dejáis envolver por su magia, seguro que pasaréis un día inolvidable.