Tiempos aquellos en los que los Presidentes de Gobierno de los países que gobiernan el mundo nos traían ilusión con sus palabras, tiempos aquellos en que en España parecía que ya había cogido el tren de esos países…tiempos aquellos en los que nos podíamos permitir reirnos de los cambios de peinado de los gobernantes, que creíamos -al menos en parte- en lo que decían, tiempos en los que pensábamos que teníamos alternativas…
Y nos hemos despertado, después de varios años sin Ministro de Economía que merezca tal nombre, acabando una legislatura más, en medio de la pobreza dialéctica de un Presidente de Gobierno agotado y de un líder de la oposición que no dice más que tonterías electoralistas (qué aburrimiento me da, por Dios!). No había más que escucharlos ayer a las 9 de la mañana. Hay que no tener otra cosa que hacer, porque no sorprenden ni queriendo. Uno que si herencia envenenada y que si el que se va no las vió venir (quién fue el guapo que lo vió a tiempo? porque yo no conozco a nadie!) y el otro que hay que hacer cosas y no sólo quejarse (no se da cuenta de que al que le toca hacer es a él?). En fin, y mientras tanto, todos nosotros metidos en una batidora de medidas que nos agitan y se sobreponen sin orden ni concierto (tres reformas laborales en unos meses y ninguna buena, vamos a batir records), boqueando para que no nos rescaten, para que el hombre del saco (el FMI) no venga…
Qué pereza! Menos mal que una se levanta de la cama y pone una sonrisa pensando que si en el mundo hay tantas cosas por hacer, malo será que no se pueda ir tirando y vivir de algo, a base de mucho trabajo, eso sí, mientras escampa.
Al fin y al cabo, el resto del mundo no está mejor, si no que se lo digan al desilusionante Obama, que se ha rendido a los intereses y ha renunciado a us principios supongo que harto de que le adelanten por la izquierda hasta las agencias de raiting. Si queréis saber qué opino, podéis leer a Miguel A. Murado en La Voz de Galicia (además escribe muy bien).
Me voy a la cama, sin estado palestino, con la sensación de que las injusticias tardan tanto tiempo en dejar de serlo que cansa mucho.
Y, sobre todo, con nostalgia de esos tiempos en que los principios no eran un lujo. Tiempos aquellos!