Desde hace poco más de un año empecé a ir dos veces por semana a unas sesiones de entrenamiento casi personalizadas, en pequeños grupos.
Fue una decisión pensada. Quería cambiar esta vida sedentaria que tiendo a llevar por un día a día cada vez más activo.
Desde entonces, mi cuerpo ha cambiado, está más fuerte y tengo más energía, pero, sobre todo, ha cambiado mi mente.
He ido incorporando pequeños ratos de ejercicio en casa: elíptica, yoga, abdominales o estiramientos.
A eso hay que añadir la vela de los fines de semana y, cada vez más, las salidas a hacer caminatas o correr.
He empezado a nadar pero me queda mucho que practicar para llegar a hacerlo un hábito, pero en ello estoy.
Y he tomado otra decisión: volveré a bailar. Este otoño empezare de nuevo. Ayer, hablando largo con Sara, lo supe.
Todo este tiempo dedicado al deporte me ha dado una serenidad y una calidad de vida mucho mejores.
Estoy a la mitad de cumplir mi objetivo.
Muchas gracias Noé, mi entrenador, por su constante paciencia, amabilidad y buen hacer.