Es mi flor favorita -quizás porque florece a destiempo, antes que ninguna-, pero dudo que nadie lo supiera hasta ahora, así que debe de ser una casualidad. Como debe de serlo que me haya encontrado una, blanca además, encima del capó de mi coche al salir de la fiesta del sábado. Por si acaso y en todo caso, muchas gracias a quien la dejó allí depositada. Estaba fresquita y preciosa, tan blanca y sedosa en la noche sobre el negro brillante! Y ahora, ya lo veis, la llevo «empocheciéndose» en el salpicadero. Me alegra la vista, me trae recuerdos agradables. Gracias.
Os dejo con un poema de Lorca escrito en gallego e interpretado por Luar na Lubre.
Camelias blancas… uhmmmm, qué recuerdos!, yo tenía camelias blancas en mi jardín… tírala, Amalia, el recuerdo es mucho más bonito que una flor marchita.
Un beso enorme
Qué bello detalle, una camelia blanca de piel dulce y suave sobre tu coche. Esas alegrías mágicas son siempre un estímulo. Beijinhos.
Yo las tengo rosa fucsia, Lu. No me disgustan las flores marchitas. Sé que le pasa a mucha gente 🙂
Una casualidad, Pau, pero muy bella.
Besiños, guapísisisimas.