Deus Caritas Est

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Me ha impresionado esta encíclica.

Tengo que reconocer que la desconfianza que me inspiran los medios de comunicación en todos los temas religiosos, esa obsesión por ser «políticamente correctos», me ha llevado a leerme directamente el texto para hacer mis propias interpretaciones.

Para una persona tan alejada de la religión como yo, sorprende la identificación absoluta que tengo con los principios filosóficos que inspiran la encíclica. Probablemente hace mucho que no leo algo con lo que esté tan de acuerdo.

Me alejo sensiblemente cuando esto se materializa en formas y en conceptos puramente religiosos, pero esto ya me lo esperaba.

Os contaré los acuerdos, lo que me ha causado sorpresa. Quizá mis monjitas nunca supieron interpretar bien las cosas, pero desde luego no me contaron todo esto.

Diculpadme por poner trozos tan largos de la encíclica, pero no sabría expresarme igual con menos palabras. Tened paciencia y leedlo, merece la pena la reflexión.

Como dice la encíclica en su primera parte (tiene dos):

Pero ni la carne ni el espíritu aman: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma. Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. Únicamente de este modo el amor —el eros— puede madurar hasta su verdadera grandeza.

Hoy se reprocha a veces al cristianismo del pasado haber sido adversario de la corporeidad y, de hecho, siempre se han dado tendencias de este tipo. Pero el modo de exaltar el cuerpo que hoy constatamos resulta engañoso. El eros, degradado a puro « sexo », se convierte en mercancía, en simple « objeto » que se puede comprar y vender; más aún, el hombre mismo se transforma en mercancía. En realidad, éste no es propiamente el gran sí del hombre a su cuerpo.

y siguiendo con mis acuerdos, que tan novedosos me resultan:

…ha surgido la cuestión de si el mensaje sobre el amor que nos han transmitido la Biblia y la Tradición de la Iglesia tiene algo que ver con la común experiencia humana del amor, o más bien se opone a ella. ..
A menudo, en el debate filosófico y teológico, estas distinciones se han radicalizado hasta el punto de contraponerse entre sí: lo típicamente cristiano sería el amor descendente, oblativo, el agapé precisamente; la cultura no cristiana, por el contrario, sobre todo la griega, se caracterizaría por el amor ascendente, vehemente y posesivo, es decir, el eros. Si se llevara al extremo este antagonismo, la esencia del cristianismo quedaría desvinculada de las relaciones vitales fundamentales de la existencia humana y constituiría un mundo del todo singular, que tal vez podría considerarse admirable, pero netamente apartado del conjunto de la vida humana. En realidad, eros y agapé —amor ascendente y amor descendente— nunca llegan a separarse completamente. Cuanto más encuentran ambos, aunque en diversa medida, la justa unidad en la única realidad del amor, tanto mejor se realiza la verdadera esencia del amor en general. Si bien el eros inicialmente es sobre todo vehemente, ascendente —fascinación por la gran promesa de felicidad—, al aproximarse la persona al otro se planteará cada vez menos cuestiones sobre sí misma, para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará « ser para » el otro. Así, el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza. Por otro lado, el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don.

Pues mira, me parece precioso, que le voy a hacer, pero así me parece que es el «amor verdadero».

No estoy de acuerdo en muchas cosas (aunque también lo estoy en bastantes de la segunda parte), pero sólo estos párrafos me reconcilian con este Papa, del que tan poco esperaba, sinceramente.

Sencillamente, dejar de demonizar el cuerpo y el eros para convertirlos en parte, que no todo, del amor (suelo poner lo de verdadero porque la palabra amor está tan castigada…) me parece un gran avance, y no sólo para los católicos. Es bueno que impregne nuestras vidas.

PD.- Soy epicúrea total, 100%, genuina, y no siento, como dice la encíclica, que sólo seamos y pensemos en «carne» dejando de lado el alma. Por favor, que alguien vuelva a leer a Epicuro. Si yo puedo hacerlo con la encíclica, ellos también pueden.

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8 comentarios en «Deus Caritas Est»

  1. Tengo un amigo teólogo y una amiga, estudiante de teología. Este fin de semana, entre tapas, me pondrán al día. Aunque se lo que me dirán… que seguimos en las mismas.

    Ratzinger no creo que vaya a dar ningún paso grande hacia delante … pero al menos es buen teólogo y los buenos teólogos son como los jesuitas, ni si, ni no, sino todo lo contrario. Y eso te deja huecos 🙂

    Al menos, ha reconocido el eros como parte del ser humano en lugar de demonizarlo. Algo es algo. En la obra y los legionarios estarán que trinan. ja ja ja

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  2. Yo, creo que no dice nada nuevo,sino que lo puntualiza y dice de otra manera más explícita.
    Hasta ahora yo siempre he oido que no podía quedarse en lo carnal el Amor.
    Hoy no se dice nada diferente: la unión de ambos. Ni antes se proscribió nada ni ahora se autoriza nada.Creo yo.

    También es cierto que es un Papa muy capacitado para desarrollar toda la doctrina aportada por Juan Pablo II y quizás tenga este Papa más alma de maestro que de amigo y clarifique cosillas. A mí me encanta que las cosas se dejen cla-ri-tas y sin lugar a dudas.

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  3. Básicamente hay cosas de la filosofía cristiana con las que coincido bastante. No tanto con los filósofos cristianos.
    Me explicaré: coincido con el «amaos los unos a los otros, y en eso se reconocerá que sois mis discípulos», coincido con el hecho de que el que es llamado mesias, el rey de los judios, sea humilde y viva al servicio de su pueblo hasta el extremo de lavarle los pies a un súbdito; coincido en que el que » quien este libre de culpa que tire la primera piedra» y en el perdón de los pecados.
    Lo que realmente me aterra en la religión, en la política y en el fútbol es el dogma. Obediencia y fe ciega. Y este Papa es el guardián del dogma.
    Me gusta la filosofía que extrae Amalia de la encíclica, pero no el filósofo.

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  4. No sé que aporta este texto y menos el debate teológico que persigue, como siempre minoritario. El mundo real solo coincide con el religioso cuando se trata de someter alguna idea contraria al interés poderoso. Ya sé que no siempre es así, pero entramos en el difícil y cínico tema de sí las excepciones compensan. Me parece que Epicuro dijo algo parecido a esto: “ el individuo que aprende cuales son los limites naturales del placer sabe cuán poco se requiere verdaderamente para satisfacer sus necesidades y tener una vida feliz”, y a esto: “absolutamente todo lo que nos aleje de ser dañado por la gente es bueno y correcto”.

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  5. No he leído aún la encíclica, pero se me ocurre un comentario. La imagen que mucha gente tiene de Ratzinger es la que han servido algunos medios de comunicación. «Guardián del dogma», se dice, cuando la palabra «dogma» ya suena a insulto. Pruébese a cambiar «dogma» por «verdad», una verdad que no se impone sino que se ofrece. Me alegra que, tras la lectura de esta encíclica, caigan algunos clichés, no sólo de este Papa sino del cristianismo. Bastaría leer el himno a la caridad de san Pablo para darse cuenta por dónde van los tiros. Saludos.

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  6. No soy religiosa pero leo la Biblia (y ¿por qué no? tengo más motivos que para leer a Buda y también lo he hecho) y el pasaje de San Pablo es efectivamente muy hermoso.
    Pero esa no es la cuestión, entre la Biblia y la interpretación que la propia Iglesia ha hecho de ella a lo largo de los siglos, ha habido mucha distancia (afortunadamente, en muchos casos, recordad que soy una mujer) y se había «transimitido», entiendo yo, esa separación entre eros y ágape. Por eso me alegra que esta encíclica sea un auténtico «canto al amor»con todas sus acepciones.
    Por otra parte, estoy de acuerdo en que la imagen de Ratzinger es la que nos han dado y no tiene porqué ser justa. Siempre estoy dispuesta a rectificar, como en este post, si me dan motivos.
    En cualquier caso, por aportar algo nuevo y por deformación profesional, este Papa tiene un buen asesor de marketing porque ha escogido para empezar el tema que más de cerca toca nuestros corazones y ahora ya ha captado nuestra atención.
    Por cierto, gracias sicahi por ayudarme con Epicuro.
    Y gracias a todos los que habéis escrito hasta ahora. El tema es delicado y me planteó mis dudas escribir sobre esto, pero si todo el mundo fuese capaz de debatir así, seguro que podríamos construir y aprender unos de las posturas de los otros.

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