Difuntos

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Gracias a Omiso por dejarme reproducir esta foto de su magnífica galería en Flickr
Gracias a Omiso por dejarme reproducir esta foto de su magnífica galería en Flickr

Una entrada de Pau en Remanso de Jirafas me trae a la memoria la víspera del día de Difuntos en mi infancia.

Yo debía de ser muy pequeña porque el salón de casa estaba aún sin amueblar y nos cambiamos cuando aún no había cumplido los cuatro años, así que tuvo que ser por esa época. Recuerdo que mi madre se ocupaba cada año de limpiar y adornar el nicho del cementerio que era de granito blanco blanco. Lo limpiaba hasta que quedaba inmaculado y ponía unos farolillos de cristal muy bonitos a los lados, con sus velitas dentro, que cambiaban cada pocas horas para que estuvieran siempre encendidas. Me gustaban esas lucecitas. Siempre me he sentido a gusto en los cementerios y con los ritos, tan hermosos.

Mi madre, que siempre ha sido estupenda arreglando flores -todavía ahora es ella quien me prepara los ramos de flores que pongo en casa con lo que encuentra por el jardín- hacía unas coronas de crisantemos blancos para llevar al cementerio. Los crisantemos en sí mismos me parecen bonitos, pero como la madre de Pau, ya para siempre los asocio a Difuntos y no podría relacionarlos con otra cosa. Es curioso. Recuerdo que me daba miedo esos días entrar en el salón. No sé porqué, quizás porque esas coronas  a medio hacer estaban fuera de sitio. No me molestaban en el cementerio. Me resultaba extrañamente macabro verlas allí.

Cuando me castigaban por un capricho, la cosa consistía en estar en una esquina del salón hasta que hubiera reflexionado sobre mi mal genio. Nunca me portaba tan bien como en Difuntos.

Actualización: He incoporado una foto del Cementerio de Oakland tomada por Omiso

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4 comentarios en «Difuntos»

  1. ¡Habría que verte en esa esquina del salón!

    Una de las peores experiencias de mi vida fue cuando me dijeron que besara al «abuelito», un hombre al que apenas conocí, en Asturias, con apenas cuatro o cinco años de edad. Estaba frío como un témpano. Ya sabes que en las aldeas, el féretro se instalaba en la casa y esas cosas…

    Yo sólo miraba a ver si se movía

    Besos, muchos besos (Los vivos causan más daño que los muertos)

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