Hay muchas cosas que hacer en una tarde de fin de semana lluviosa y fría. Una de mis favoritas: hacer postres. Más que por comérmelos, que también, creo que me gusta ese ambiente de horno encendido y olor a pastel mientras graniza contra los cristales.
Así que como me había sobrado un poco de nata montada y no sabía qué hacer con ella, le puse un poco más de azúcar, un huevo y harina hasta que la masa estaba muy espesa. ¡Ah! Y mi truco: sal.
Mientras el horno se precalentaba, fui poniendo bolitas aplastadas en una bandeja. A las primeras les puse avellanas. Al resto de la masa le mezclé cereales de chocolate y volví a hacer pelotitas. Me quedaron una especie de cookies…
Pero podéis poner lo que se os ocurra: aroma de vainilla, virutas de chocolate, un poquito de raspa de limón, coco, etc. Según lo que tengáis por casa. Se hacen rápido, los niños pueden ayudar -les gusta sobre todo si tenéis moldes con formas de animales, de flores o de corazones- y además os ahorráis conservantes, colorantes y esas malditas grasas vegetales saturadas que le ponen a casi todas las galletas.
Por cierto, hoy es Santa Lucía, que, como dice el refrán «mengua a noite e crece o día».
Voy a copiarte la receta.. la empanada de manzana funcionó. Me devolvió el sabor y una cierta confianza en mí misma que no tenía.. en la cocina! Me pongo a las galletas, con niño, nata y anís!
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