I.

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Me cuidaba cuando yo era una niña muy pequeña, aunque seguí viéndola después, mis recuerdos más intensos son de los tres o cuatro años. Me gustaba pasar las tardes en su casita de muñecas, jugando en el desván y sacando de sus vitrinas todos los pequeños tesoros- siempre le gustaron esos pequeños objetos inútiles que apenas se ven hoy en día pero que eran tan habituales hace no tantos años- repasándolos una y otra vez como siempre hacen los niños: las bandejitas de plata y de cerámica, la colección de dedales, los gatitos de cristal, las cajas esmaltadas con flores… Allí aprendí la palabra «acerico», que me encandiló ya para siempre.

Era pequeña, regordeta, de ojos pequeños, claros y muy vivos. Sin duda había sido una mujer hermosa y aún entonces tenía una piel suave y transparente. Le gustaba andar por la casa «a su aire», y se cambiaba mientras charlaba conmigo y atendía a la cocina. Y yo miraba, desde mi estatura, lo que entonces me parecían sus enormes pechos de matrona.

Conmigo era todo paciencia y vivacidad. Me dejaba vestirme con sus ropas, acostarme en su cama mientras ella y su marido veían la tele, jugar con los cojines, me enseñaba sus fotos…

Con los demás era «muy dispuesta» pero hacía su vida y dejaba a los demás hacer la suya. Tenía por costumbre madrugar mucho, pero muchísimo, y comía a las doce de la mañana. Le encantaba la coliflor, el repollo…además de que las verduras le ayudaban en su permanente lucha para adelgazar. Una lucha perdida por más que saliera a caminar cada día.

Era una mujer vital, alegre y sencilla. Y yo la quería.

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10 comentarios en «I.»

  1. Siempre nos marchitamos un poco cuando se retiran los que nos cuidaron. La mejor manera de recordarlos es siguiendo su oficio y sembrar, regar y abonar en los demás de la misma manera que lo hicieron antes con nosotros los buenos jardineros que pasan por nuestras vidas

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  2. Ya ves, Leiter, que te he copiado eso de escribir sobre personas que han pasado por nuestras vidas, aunque yo no soy capaz de escribir con tanta profusión de detalles y tan largo como tú. Siempre escribo rápido y breve…pero me gusta esa idea de recopilar aquí -además de mis libros, mis enlaces, mis canciones -mis recuerdos.
    Tienes razón, verme, pero no todo el mundo tiene esa capacidad.
    besos

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  3. Pues a mí me gusta esta manera de dibujar con palabras. Contar las líneas indispensables para trazar un rostro, una imagen, para visualizar un carácter. Tú pones las líneas, el color va cuajando con la lectura. Como si nuestros ojos fuesen el lienzo húmedo en que un pincel mínimo derrama su acuarela. Me explico??

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  4. tras un pequeño lapsus emocional, se me ocurre entrar por primera vez en tu blog y me encuentro con este regalo de sensibilidad. Anhelamos lo que no tenemos… lo que perdimos y es bueno no olvidar pero, nuevos horizontes nos aguardan con los brazos abiertos y otros pechos de matrona acogerán con dulzura nuestros pensamientos y nuestros cuerpos.

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  5. Gracias a Marcos y a Leiter, me animáis a seguir «bloggeando» :-). Pau, tú sí que escribes bonito!!!
    Bienvenida Lulú, cuánto me alegro de que hayas venido de visita! Ya lo hemos hablado otras veces: hay que mirar adelante, siempre.
    Besos a todos

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  6. Será que nos vamos haciendo viejos. Desde atrás nos asalta lo vivido para recordarnos lo que somos y por que lo somos. Es tan importante no olvidar, no olvidarlos. Esos recuerdos son nuestra mejor herencia, nuestra mejor guia.

    Tu imagen de niña mirando hacia arriba extasiada me encanta,es la imagen de la curiosidad mas tierna de una niña. Una preciosidad. Un beso.

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