Tallas y anorexia

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He leído en La Voz de Galicia un titular en el que se decía lago así como que se renuncia a homogeneizar las tallas para combatir la anorexia.

Para los que alguna vez hemos luchado contra nuestro peso, sobre todo si era objetivamente innecesario, esto tiene todo el sentido del mundo.

Recuerdo lo mal que me sentí cuando al finalizar mi primer año de universidad, muy acccidentado, tuve que comprarme un pantalón de la talla 44. Con 18 años era todo un drama. Ese verano me puse a dieta hasta que conseguí meterme en uno de la talla 38. Y la talla era tan importante como el aspecto.

Pero mi peor época en la relación con mi cuerpo fue viviendo en Barcelona. Tendría unos 24 años y vivía con una amiga. Una chilena, como ella, había tenido un accidente de coche y estaba hospitalizada. No podía comer por sí misma, de modo que mi amiga y yo nos turnábamos para darle de comer y cenar. La mala suerte hizo que mi compañera de piso se hiciese daño en un tobillo y tuvieron que escayolarla, con lo que sólo yo estaba sana para ayudarlas a las dos. Entre el estrés de ir de un lado a otro y que mi amiga tenía unos hábitos de alimentación horribles, me contagié.

Durante tres meses viví de coca light, una manzana y un café con leche al día, lechuga de vez en cuando y, el domingo, una tostada o un bollo con el café. Por supuesto, las faldas de la talla 40 daban vueltas a mi alrededor.

Me encontraba mucho mejor, pero todavía creía que me sobraban michelines. Calculo que pesaría menos de 53 kilos. La palabra comer estaba fuera de mi vocabulario y tenía una cantidad enorme de tiempo libre para hacer otras cosas al no tener que comprar, cocinar, limpiar…. Mi orgullo de esa primavera: tuve que meterle a ropa de la talla 38.

Pero vinieron mis padres de visita. Mi madre se horrorizó en la primera comida: no podía tomar ni medio filete. Apenas era capaz de digerir o tragar. Y mi madre tuvo la paciencia de enseñarme a comer de nuevo. Me dí cuenta de lo débil que estaba, de lo mucho que había perdido la perspectiva. Afortunadamente no llegó más lejos.

Nunca más mi talla ha vuelto a ser la 38, aunque tengo una falda de esa talla (¿estará equivocada?) y otras de la 46, italiana. Compro la ropa que creo que me sienta bien mirándome al espejo.

Sigue sin chiflarme cómo me veo, pero me he aceptado. No suelo estar débil y soy mucho más feliz, pero sigo pensando que mejor una 40 que una 44. Entiendo lo de las tallas, vaya si lo entiendo.

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7 comentarios en «Tallas y anorexia»

  1. Como tu bien sabes por tus estudios la cuestión clave esta en llegar a un equilibrio estable. Es malo estar demasiado delgado y es malo estar demasiado gordo, parece que individualmente el problema de la delgadez es mas grave (aunque haya casos de obesidad morbida) porque tiene un origen mental y esos son problemas muy dificiles de arreglar. Aún asi todo parece indicar que en Occidente estamos en una epidemia de sobrepeso y obesidad que lleva a que las personas se mueran antes debido a otras enfermedades relacionadas con la obesidad y a más a más tengan una peor calidad de vida. En los casos más graves las personas obesas sufren de complejos, dificultades de relación social, complicaciones para econtrar pareja, etc….

    Parece que con un origen atavico no estamos muy bien preparados para tener alimentos y no atiborrarnos (es que hace mucho se moría de desnutrición, ahora en Africa tambien, no de exceso y el cuerpo tendía a acumular reservas para cuando venia la epoca de los Mamuts flacos) eso sumado a que los pronunciados cambios de los ultimos, digamos 50, años han llevado a una vida enormemente más comoda (ergo menor consumo de calorías) nos está llevando a estar un pelin redondos.

    En mi caso mido 1,72 (medía hace años una vez que pase una noche en comisaría) y peso unos 77-79 kilos, con lo cual me sobra unos kilos basicamente en el bandullo a cambio aún no he tenido que dejar ni el alcohol ni los chuletones, eso si me he pasado hace un par de años a la coca-cola light y en general a la sacarina, aunque luego me tome unas fresas con nata azucaradas o regadas con oporto……….

    En cuanto a las tallas, parece tener mayor incidencia en las mujeres, debe ser esa competitividad o gran comparativa que se da entre vosotras………. yo cuando me tengo que comprar un pantalón y me preguntan la talla no tengo NPI (Ni P… Idea), creo que le pasa a mas varones

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  2. La verdad es que este problema siempre me ha quedado bastante lejos. Cuando iba a la universidad era extremedamente delgada, apenas llegaba a los 48 kilos, pero no por no comer. Al revés, comía muchísimo pero era tan nerviosa que mi cuerpo lo consumía todo. Pasada la universidad llegó la vida más relajada y es ahí donde he empezado a engordar algo. No tengo sobrepeso pero digamos que de una pésima talla 36 he pasado a una 38 y cuando engordo a una 40… me da igual, en realidad me compro lo que me gusta y nunca miro tallas, a veces hasta me gustan grandes porque me siento más cómoda. Me siento feliz. A veces protesto por protestar «uy, tengo barriga!» o «uf, parezco una vaca!» (es cambio es muy grande para quien me ha conocido antes) pero realmente no hago nada para cambiar la situación. Ya lo he dicho me siento feliz y me siento igualmente yo con una talla u otra. Supongo que el peso me preocuparía si afectara a mi salud (por estar excesivamente delgada o con demasiado peso) pero mientras tanto no. La clave está en encontrarse sano y aceptarse de un modo u otro… De todas maneras a veces he notado en alumnos y alumnas el peso de la televisión y la publicidad… eso sí es malo…

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  3. Pues, lo siento, a mi no me vale que te hayas aceptado. Tienes que quererte.

    Quiérete y quiere a tu cuerpo, cuando lo quieras de verdad no le harás la putada de inflarte de bollos. Claro, que un chocolatillo de vez en cuando no hace daño 😉

    Creo que deberíamos aprender todos un poco a comer, tanto por el exceso como por el defecto. Y empiezo, por mi, que soy un caos y no me quiero mucho, de vez en cuando me doy unos tutes ….tanto por exceso como por defecto.

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  4. Me alegro de que los que escribís estéis contentos. Conozco a mucha gente para la que no es fácil, especialmente en la adolescencia. La publicidad, la televisión nos afectan mucho, sobre todo a las mujeres porque nos usan como señuelo, como apunta Choco.
    Como muy sano y creo que bastante equilibrado. Casi de todo, aunque de siempre me gustan especialmente todo tipo de frutas y verduras. Apenas tomo dulces, porque no me chiflan, excepto el chocolate. Si ese es el tema, me quiero muchíiiiisimo, Perdido.
    No os hablaba de un problema de nutrición, ni siquiera de un problema de imagen o de salud física, hablaba de un problema psicológico que, afortunadamente y gracias a mi educación, no era muy profundo en mi caso y que se da en una edad en la que todo es más delicado, más frágil.
    Creo que hay que evitar fomentar esto y disfrutar también con la comida y con las curvas, como dice Pablo. ;).

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