Hace tiempo que no escribo de mí misma «por dentro», pero en este blog ya sólo quedamos «los de casa» y a lo mejor a alguien más le va bien mi experiencia.
Hace ya años alguien me dijo «yo no puedo atender tus necesidades emocionales» y esa frase desató una revolución dentro de mi. Ni siquiera era consciente de tenerlas y menos aún de exigir que me ayudaran con ellas, pero probablemente así era.
En todo caso, ahí empezó mi periplo para entender mi emocionalidad.
Leí libros de autoayuda y de filosofía, frases mágicas que te decían que tú eres un ser completo, con pareja o sin ella, teorías que apuntaban que «hay que aprender a estar solo», mi querido Bertrand Russel – probablemente el más acertado de todos- con el entusiasmo como bandera.
Mientras leía, conocí nuevas personas y aprendí a valorar a las de siempre: busqué la manera de tener una relación constructiva con mi familia (siempre había sido buena pero ahora es mejor), miré en mi corazón para ver quiénes son mis amigos del alma, aquellos que aunque veas poco están siempre en tu corazón, dejé que la vida fluyera y me trajera de vez en cuando nuevas personas que aportaban algún nuevo aspecto a mi vida y, poco a poco, fui entendiendo.
A pesar de los libros de autoayuda, sigo teniendo necesidades emocionales y me parece normal.
Qué ha cambiado entonces? Por qué siento ahora este equilibrio, esta poca «urgencia»?
Pues porque son distintas y la mayoría están más que satisfechas, porque no espero que nadie me resuelva nada, porque me gustan las personas que me rodean, que, aunque son casi tan imperfectas como yo, aportan riqueza a mi vida, porque he aprendido a compaginar el vivir el momento con tener perspectiva de la vida y saber que puede que hoy no estés, pero a lo mejor mañana sí.
Me pido menos. Pido menos a los demás. Soy feliz con casi todo. Reir me pierde.
No sé si mi envidia es sana o insana! Ojalá pudiera terminar de correr y de esperar… Besiños
pero aún no te has dado cuenta? Hace mucho que no lo haces, no en ese sentido :). Besiños